Texto: Carlos Leal.
Fotos: Archivo


Filmografía

Crítica de Código desconocido

Ficha técnica

 

 

 

 

Michael Haneke

El cine como revulsivo moral

"Mi ídolo es Bresson. Mis películas son denuncias polémicas contra el cine americano de 'tomar-por-sorpresa-antes-de-que-uno-pueda-pensar' y su y su desprecio hacia el espectador. Es una llamada a un cine de preguntas insistentes más que de respuestas falsas por demasiado rápidas. Quiero que el espectador piense". Michael Haneke.

Si hay una línea que une las diversas películas de Michael Haneke es su capacidad para provocar una respuesta visceral en el espectador. Su cine ha recibido todo tipo de calificaciones: existencialista, desasosegante, comprometido e incluso brechtiano, pero el controvertido realizador austríaco prefiere huir de etiquetas. El suyo es un cine inteligente y apasionado, que busca despertar y remover las conciencias de la adormecida sociedad occidental.

Algo que ya consiguió con sus tres primeros largometrajes, conocidos como la Trilogía de la glaciación emocional. Para cuando debutó en el cine, en 1989, Michael Haneke tenía ya una muy sólida formación en el mundo de la televisión, medio para el que trabajaba desde 1967. Nacido en Munich en 1942, Haneke además había estudiado psicología y filosofía en Viena y tenía una sólida experiencia teatral, medio para el que había dirigido obras de autores como Schiller, Bruckner, Enquist o Strindberg.

Su primer largometraje, El séptimo continente (1989) retomaba algunos de los temas de su telefilme Lemmings, un duro retrato de su generación, los nacidos durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. Basada en el caso real del suicidio de una familia de clase media vienesa, esta película valiente situó a Michael Haneke como uno de los directores más interesantes del panorama cinematográfico de Austria.

Haneke se mantuvo a la altura de las altas expectativas generadas por su debut en su segundo largometraje, El vídeo de Benny (1992), el primero que tuvo una distribución internacional amplia. Este brutal drama narra cómo un adolescente aficionado al cine gore cruza la línea de la cordura y asesina a una joven amiga suya sin un motivo aparente mientras graba todo el proceso con su cámara de vídeo. Dos motivos, la violencia injustificada y la importancia de la mediación tecnológica, que el propio Michael Haneke retomó en la película que supuso su consagración internacional: Funny Games (1997).

71 momentos para una cronología del azar (1994) cerró su Trilogía de la glaciación emocional. De nuevo un acto de violencia aleatoria, un tiroteo en un banco el día de Nochebuena, da pie a un largometraje que se centra en las circunstancias de los diversos personajes que presumiblemente tomarán parte en la acción.

Y es que el cine de Michael Haneke es un cine de víctimas antes que de verdugos, que muestra en toda su crudeza los efectos de la violencia. Por eso, salvo en muy contadas excepciones, prescinde de mostrar las agresiones de un modo gráfico, con el fin de evitar hacer de la violencia un espectáculo.

   

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