El inicio de la década de los treinta sorprendió
a Cooper disfrutando de un moderado éxito con El Virginiano
(1929), un filme dirigido por Victor Fleming que le permitió
perfeccionar el papel de duro taciturno y tranquilo que le daría
tanta fama en años posteriores. En sus westerns, Gary Cooper
hablaba poco, pero lo que decía era exacto, preciso, cortante
como un cuchillo bien afilado. En definitiva, un tipo honesto
y justo, pero implacable con quien lo merece.
Poco
a poco, se fue transformando en una estrella. En 1930 rodó
con la exótica Marlene Dietrich Marruecos y aunque
el actor explotaba perfectamente en pantalla su lado tímido
y reticente en este tipo de producciones, un romance tormentoso
con la actriz Lupe Velez puso en peligro su carrera hacia los
altares de Hollywood. Sin embargo, el affaire se olvidó
y durante los años que siguieron Cooper se centró
exclusivamente en su trabajo. Las calles de la ciudad de
Rouben Mamoulian, Adios a las armas de Frank Borzage, Una
mujer para dos de Ernst Lubistch o la comedia de Frank Capra
El secreto de vivir , por la que obtuvo su primera nominación
a un oscar, son algunos de los títulos más destacados
de esta época.
Pero, sin duda, las mejores películas de
la filmografía de Gary Cooper se desarrollan entre los
años cuarenta y la primera mitad de los cincuenta. Es la
época en la que se permitió rechazar el papel de
Rhett Butler, afirmando, con poca visión, que Lo que
el viento se llevó sería un fracaso y que dejaría
que Clark Gable se estrellase en su lugar. Afortunadamente para
él, recuperaría el pulso con películas como
la agridulce Juan Nadie (1941) de Frank Capra, trabajando
con Cecil B. de Mille en El valle de lágrimas (1944),
como protagonista de la adaptación de Hemingway Por
quién doblan las campanas (1942), en El Manantial
(1949) de King Vidor o obteniendo su primer oscar por El Sargento
York, también en 1941.
Su éxito más sonado se lo daría
poco después Sólo ante el peligro (1952).
La interpretación que Gary Cooper hizo del Sheriff Marshall
Will Kane le supuso su segundo oscar y, lo que es más aún,
lo convirtió durante los años que le quedaban de
vida en un símbolo de adoración filmica americana
sin precedentes hasta el momento. Un icono de lo que los Estados
Unidos querían representar en aquella época y que
rodeó rápidamente a Cooper con una aureola de héroe
nacional.
Cien años, aunque falta desde hace cuarenta
y muchos se preguntan cómo pudo dejarse vencer un hombre
capaz de enfrentarse a todos y a todo en una pantalla de cine.
Tan sólo un mes antes de morir la Academia de Hollywood
le entregó un Oscar honorífico que Cooper no pudo
recoger. Un mes más tarde fallecía a causa de un
cáncer. Sus múltiples fans tan sólo pudieron
llorarle y rezar por él: "Gary Cooper, que estás
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