Un año después, en 1956, Juan Antonio
Bardem volvió a dar en el clavo con otra de sus películas
más conocidas, Calle Mayor. Este drama en torno
a la condición femenina en el marco de un claustrofóbico universo
provinciano ganó también el premio de la crítica
en el Festival de Venecia.
Militante
del entonces ilegal Partido Comunista, el compromiso político
de Juan Antonio Bardem vertebra toda su filmografía, otorgando
a sus películas un interesante componente social. De hecho,
el director fue uno de los principales impulsores en 1955 de las
Conversaciones de Salamanca, que reunieron a los cineastas interesados
en renovar el anquilosado panorama cinematográfico español.
Su marcada ideología fue el origen de diversas
fricciones con el regimen dictatorial del general Franco, que
llegó a encarcelarle brevemente en varias ocasiones por
su pertenencia al Partido Comunista. Este conflicto se agudizó
a partir de que, en 1961, la productora Uninci, de la que Juan
Antonio Bardem era presidente, financió la película
de Luis Buñuel Viridiana, la cual, tras ganar la
Palma de oro en el Festival de Cannes, fue prohibida en España.
Durante los 60 y los 70, estas tensiones llevaron
al cineasta a buscar coproducciones e incluso a rodar en el extranjero,
con resultados irregulares. A esta época corresponden películas
como Sonatas, Los inocentes, Nunca pasa nada, Los pianos mecánicos,
Varietés o L'îlle mysteriousse.
Tras la muerte de Franco, la figura de Juan Antonio
Bardem volvió a tomar notoriedad con las películas
El puente, que venció en el Festival de Moscú
en 1977, y Siete días de enero, en la que narraba
el asesinato fascista de los abogados laboralistas de la calle
Atocha. No obstante, tras estas dos películas el director
se vio relegado a trabajar para la televisión, en series
como "Lorca, la muerte de un poeta". Su regreso a la
dirección en 1998 con Resultado final, que supuso
el debut como actriz de Mar Flores, no tuvo una buena acogida.
No obstante, la importancia de la aportación
de Juan Antonio Bardem a la historia del cine español es
indudable. En una época en la que España producía
un cine provinciano y de un nivel medio paupérrimo, consiguió
elaborar películas de una excelente factura y con una importante
preocupación social, algo que le convirtió en una
figura relevante en el panorama cinematográfico internacional.
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