Ficha técnica
Palmarés de
la Seminci
de Valladolid

 

 


El hijo de la novia

Tiramisú de humor y lágrimas

Por Juan Antonio Bermúdez

De la excelente última cosecha del cine argentino (La ciénaga, Nueve reinas...), nos ha llegado ahora El hijo de la novia, intensísima tragicomedia romántica que consiguió la Espiga de plata en el pasado Festival de Valladolid. Y ese reconocimiento se comprende y se comparte en cuanto se ve el filme de Juan José Campanella, director que hace justo una década ya apuntó muy alto (sin errar el tiro) con El niño que gritó puta.

La cosa va de restaurantes y por eso me voy a permitir un símil gastronómico. El hijo de la novia es un muy buen plato casero: sencillo y exquisito, abundante y digestivo, laborioso y transparente. Con ingredientes básicos, sin trucos ni exotismo, consigue un delicioso resultado que ronda el agrio y el dulce sin amargar ni empalagar.

Sobre una receta-guión de factura clásica, enrevesada y caliente como el mecanismo del corazón, circula una película de personajes formidables. Con independencia de su peso en la historia, a todos se les bosqueja un pasado y un presente interesantes, todos podrían ser protagonistas: ese maître Francesco; ese primo tarambana; ese Juan Carlos, amigo de la infancia, casi trasunto de Roberto Benigni... Pero resalta especialmente el triángulo familiar de los Belvedere., inmigrantes italianos que han regentado durante años un restaurante en Buenos Aires.

El impagable Héctor Alterio consigue con Nino Belvedere, el desencantado y encantador patriarca enamorado, uno de los mejores papeles de su carrera. Ricardo Darín, actor procedente del teatro y por ahora poco conocido fuera de Argentina, confirma su gran momento (también se le puede ver en Nueve reinas) con un recital interpretativo que crece en detalles incluso cuando su personaje no es el centro de atención. Y sobre ellos dos planea hasta la genialidad la presencia esporádica pero asombrosa de Norma Aleandro.

Lo mejor del cine argentino está en esta película de Campanella, y ya no hablo sólo de actores. Están los lúcidos diálogos de Martín Hache, con mayor contención dramática y menos fatalismo machista. Está el romanticismo de Sol de otoño, con menor propensión a lo entrañable. Está el compromiso con la realidad, sin evidencias. Hay lugar para la poesía, sin monsergas. Hay, al fin, emoción y lágrimas limpias, nada fáciles, bien ganadas con el sudor de los guionistas.

En sus dos anécdotas argumentales tan simples, la boda y la venta del restaurante, ancla El hijo de la novia todo un entramado emocional que difícilmente se puede describir ya en términos culinarios, para hablar así, como debe hacerlo todo buen cine, de lo cercano universal, del fracaso, la hipocresía, las relaciones familiares, la religión, los ideales, la vejez, la enfermedad y el amor, ese amor constante más allá de la muerte en el que, quién más, quién menos, necesita seguir creyendo. Y es que, al final, todos somos unos románticos. Hasta Dick Watson. ¿Qué no saben quién es Dick Watson? Pues vean El hijo de la novia hasta los últimos títulos de crédito.

   

Histórico de críticas de cine

Coloca cinestrenos entre tus favoritos

Suscríbete a la
lista de correo
  Nombre:
   
  E-mail:
   
   Estrenos
   Novedades
   Televisión

Foro de discusión

Enlaces

 

  Sobre cinestrenos.com     Publicidad     Contacta con nosotros     Sugerencias
© Cinestrenos.com 2003. Todos los derechos reservados.