Sin embargo, nunca llegó a sucumbir a la
tentación de Hollywood. Ni siquiera cuando le ofrecieron
el papel de traficante internacional que luego interpretaría
Fernando Rey en The French Connection.
En
los 70, su estrella se fue apagando paulatinamente entre diversos
trabajos poco significativos, fundamentalmente en el cine italiano.
Sin embargo, a principios de los 80 su carrera resurgió
con fuerza gracias a Truhanes, de Miguel Hermoso, y dos
colaboraciones con el director Mario Camus: La colmena (1982)
y, sobre todo, Los santos inocentes (1984).
Su memorable papel en la segunda, en la que interpreta
al bracero extremeño devastado por la incultura y la miseria
Azarías, le valió el premio al mejor actor en el
Festival de Cannes, un galardón que compartió con
su compañero de reparto Alfredo Landa.
Apenas cuatro años después, Paco
Rabal interpretó otro de sus personajes más conocidos,
el del torero retirado Juncal en la serie homónima que
dirigió Jaime de Armiñán para Televisión Española.
A lo largo de los 80 y los 90 su trabajo en cine y televisión
ha sido continuo y ha dado lugar a películas como Pajarico
y Goya en Burdeos, de Carlos Saura, Átame,
de Pedro Almodóvar, El evangelio de las maravillas,
de Arturo Ripstein o Lázaro de Tormes, de José Luis García
Sánchez.
Su prolongada carrera le hizo merecedor de numerosos
premios, entre los que destacan la Concha de Plata de San Sebastián
al mejor actor en 1953 por Hay un camino a la derecha,
el Premio Nacional de Cinematografía, la Medalla de Oro de las
Artes y Ciencias Cinematográficas en 1993 y dos Goya, al mejor
actor de reparto por ¡Átame! y al mejor actor protagonista
por Goya en Burdeos.
Padre de la actriz y cantante Teresa Rabal y del
director Benito Rabal, y abuelo del también actor Liberto Rabal,
estaba casado desde 1951 con la también actriz Asunción Balaguer,
a cuyo lado falleció el pasado 29 de agosto.
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