¿Charlize?

Por Pablo Matilla

Monster está basada en la historia real de Aileen Wuornos (Charlize Theron), una mujer ejecutada en otoño del 2002 en Florida tras haber sido condenada por el asesinato de seis hombres. Aunque Wuornos confesó los seis asesinatos, incluido el de un policía, afirmó haber matado sólo en defensa propia, al resistirse a ser víctima de violentos ataques mientras trabajaba como prostituta.

Wuornos conoce en un bar a Selby Wall (Christina Ricci), una joven enviada a vivir con una tía por sus padres para "curar su homosexualidad". Wuornos, víctima de una trágica infancia llena de abusos, se enamora de ella rápidamente, aferrándose a Selby como si de un salvavidas se tratara. Incapaz de encontrar un trabajo normal, pero desesperada por mantener su relación con Selby, Wuornos sigue trabajando como prostituta. Cuando uno de sus clientes se vuelve violento, Wuornos le dispara en defensa propia; será el primero de una trágica serie de asesinatos.

Monster tiene todos los ingredientes para ser un telefilme y ciertamente lo es. Sólo su reparto estelar aleja a esta insípida producción del formato televisivo. La historia de la prostituta Wuornos, realmente trágica, no tiene mayor interés que el ver como su patética vida se diluye. Un personaje real que quizá no se merece una película, ya que sus estúpidos asesinatos no se justifican por ninguna supuesta infancia tormentosa. No hay críticas reales ni concretas a la moral americana, ni ningún timo de argumento de interés que defender, Monster encadena un suceso tras otro, en un aburrido desagüe.

Charlize Theron, ganadora del Oscar por su papel en este película, realiza un increíble trabajo de transformación física, llegando a ocultar tras capas de grasa y maquillaje su físico patrimonio de la Humanidad. Cabe la duda por otro lado de la necesidad de escoger a la actriz sudafricana para encarnar a la horrible Wuornos, como si en EEUU no hubiese grandes actrices feas. No es de extrañar, que le hayan dado el Oscar a Charlize en un país tan obsesionado por la belleza. No en vano, deberían poner una nueva norma en la Academia, por la que obligasen a los actores a recoger el galardón con la misma caracterización por la que fueron premiados. Sería lo mínimo.

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