Kirsten Dunst
En el límite entre el bien y el mal
Antonio Ruiz Valdivia -
A Kirsten Dunst le viene pequeña la etiqueta de "promesa", se ha convertido
en un miembro más de la familia de celebridades que pueblan las mansiones de
Los Ángeles. A sus 22 años ha compartido pantalla con Susan Sarandon, Robert
de Niro o Kathleen Turner, entre otros grandes actores, tras su debut en
1989 bajo las órdenes de Woody Allen en Historias de Nueva York. Su pasado
de niña prodigio parece que no le pesa, el público ha aprendido a quererla y
ella apunta muy alto.
Hija de la galerista Inez Dunst, a los tres años ingresó en la nómina de
modelos infantiles de la agencia Ford. Su rostro se convirtió en habitual en
el mundo de la publicidad (su primer trabajo consistió en ser la imagen de
una marca de cereales) y la televisión antes de ingresar en el mundo del
séptimo arte. Gracias a sus intervenciones en producciones para la pequeña
pantalla como "Tower of Terror" o "Urgencias" Hollywood empezó a mimarla.
A los doce años consiguió asombrar a medio planeta gracias a la versión
cinematográfica del best seller de Anne Rice Entrevista con el vampiro. La
interpretación de aquella diabólica jovencita sorprendió a la crítica
internacional, eclipsando a las grandes estrellas del proyecto Tom Cruise y
Brad Pitt. Había nacido una estrella. Sus intervenciones posteriores en
filmes como Jumanji, Pequeños guerreros o A por todas contribuyeron
al aumento de su fama entre la audiencia quinceañera.
Dispuesta a no anclarse en proyectos destinados al público con acné, se
arriesgó con la primera cinta de Sofía Coppola. Junto a James Woods y Josh
Hartnett protagonizó Las vírgenes suicidas, obra de culto imprescindible,
convirtiéndose en uno de los grandes éxitos de crítica en 1999. La actriz
comenzó a mostrar su sensualidad y cambio físico bajo los acordes
electrónicos de Air y la marcada estética pop del largometraje. Aquel fue el
principio de un giro en su carrera en busca de proyectos adultos y de
difícil digestión como Levity, The Cat’s Meow o Eternal Sunshine of a
spotless mind, junto a Jim Carrey y Kate Winslet.
Ni Kate Hudson, ni Alicia Witt, Kirsten Dunst fue la elegida finalmente para
interpretar a la amada de Spiderman. La adaptación a la gran pantalla de la
historia de la Marvel tuvo su estreno en Estados Unidos en mayo de 2002,
directamente al número uno del box office. Unas cifras de carácter
espectacular y un beso entre la actriz y Tobey Maguire marcaron el hito de
esta superproducción. La secuela no se ha hecho esperar y Kiki ( como la
conocen sus amigos) vuelve a jugar con el corazón de Peter Parker mientras
triunfa en el off Broadway. Ahora sólo nos queda esperar para verla en la
aventura deportiva Wimbledon, al lado de Paul Bettany, y Elisabethtown,
dirigida por Cameron Crowe. Hollywood la ha entronado como su particular
reina del baile.
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