Texto: David Montero
Fotos: Archivo

 


 

 



Mr. Marshall entre bambalinas

Se cumplen cincuenta años del estreno de Bienvenido Mr. Marshall, un filme con tanta historia detrás como delante de las cámaras

Paco Morán y Pepe Isbert en un momento de Bienvenido Mr. MarshallHoy día, cincuenta años después del estreno de Bienvenido Mr. Marshall, el cine español ha convertido esta pequeña película en una referencia insoslayable, situando entre sus márgenes el comienzo en nuestro país de un arte serio, al estilo del que se hacía en otros países, un celuloide dotado de afán sociológico, aunque a la vez chusco, entretenido y popular. En la actualidad, las tragicómicas andanzas de los habitantes de Villar del Río, un pueblo que se enmascara para recibir a los todopoderosos norteamericanos, está considerada como uno de los mejores documentos que se conservan de la posguerra. Sin embargo, con los años, al tiempo que Bienvenido Mr. Marshall ganaba en apreciación de la crítica, se han ido desdibujando otras circunstancias que envolvieron el rodaje de esta película, un rosario de historias anecdóticas que reflejan a la perfección el espíritu burlón del filme.

Bienvenido Mr. Marshall es el fruto de la colaboración entre dos jóvenes cineastas que, a la larga, iban a revolucionar el cine español: Luis G. Berlanga y Juan Bardem. Ambos habían sido compañeros de estudios en el IIEC (Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas) y también habían compartido "opera prima" con Esa pareja feliz, un filme que pasó prácticamente inadvertido para el público. Desde el principio, su siguiente película vino lastrada por una cierta desconfianza de los realizadores ante un proyecto, propuesto por la productora, que se alejaba mucho del tipo de cine que tenían en mente. La idea consistía en que los dos rodasen una cinta folklórica, un vehículo comercial, como muchos otros de la época, que asentase la fama de la joven estrella de la canción Lolita Sevilla. Para ello impusieron tres condiciones: que fuera una película divertida, que transcurriese en Andalucía y que Sevilla cantase al menos en un par de ocasiones. Berlanga y Bardem se negaron tajantemente al principio, aunque más tarde, modificando con ingenio las peticiones de la productora, encontraron una vía que les convenció para aceptar el reto con entusiasmo.

El director Luis G. BerlangaA diferencia de Esa pareja feliz en Bienvenido Mr. Marshall la dirección corrió en exclusiva a cargo de Bardem que tuvo que enfrentarse en solitario a un elenco de reconocidos actores como José Isbert o Paco Morán en un rodaje difícil y polémico dada la poca experiencia del director. La desconfianza, que en un principio atacó Berlanga y Bardem, se trasladó durante el rodaje a buena parte del equipo técnico y artísitico. Muchos actores tacharon a su director de "inseguro y torpe" por sus continuas dudas a la hora de situar la cámara. El propio José Isbert solía exhibir en plató una sonrisita sardónica que denotaba la poca confianza que tenía en la película.

Mucho más graves fueron los enfrentamientos entre el Berlanga y el director de fotografía Manuel Berenguer, quien se negó en un par de ocasiones a filmar planos que sencillamente consideraba "ridículos". El tema habría llegado a mayores de no mediar los productores, que obligaron a Berenguer a rodar exactamente lo que quería el joven realizador.

   

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