La
culminación de este camino llega a principios de los ochenta,
de la mano de dos películas que encarnan el más puro "estilo Cronenberg",
aunque con tratamientos bien distintos: Scanners (1981)
y Videodrome (1983). En las dos el cineasta introduce uno
de sus temas recurrentes, la dualidad entre el cuerpo y la mente,
haciendo hincapié en las posibilidades de controlar esta última
y manipular así a la sociedad. Sin embargo, los resultados de
ambas fueron dispares y, mientras Scanners alcanzó un gran
éxito de taquilla, el fracaso comercial de Videodrome (uno
de sus filmes más reconocidos a posteriori) forzó a Cronenberg
a marcharse a Estados Unidos en busca de nuevas vías de financiación
para sus proyectos.
En Hollywood su momento álgido llega con La
Mosca (1986), "remake" del mítico filme de 1953, que protagonizaron
Jeff Goldlum y Geena Davis. Previamente, Cronenberg había tenido
que lidiar con toros más difíciles, como la adaptación de The
Dark Zone (1983), una novela de Stephen King que le abrió
la puertas de la meca del cine y que trajo hasta sus manos proyectos
que rechazó invariablemente como Top Gun, Único testigo,
Superdetective en Hollywood e incluso Flashdance.
La Mosca supuso la aparición por primera vez de otro de
los temas que será habitual de aquí en adelante en la filmografía
de Cronenberg: la autodestrucción física y mental. Curiosamente,
la buena marcha a todos los niveles de La Mosca también
asentó definitivamente su posición de outsider respecto
a otros directores de primera fila, a los que la industria recurría
más a menudo.
Así, su siguiente proyecto sorprendió a propios
y extraños: la historia de dos ginecólogos gemelos que comparten
su vida hasta que una mujer les separa con consecuencias terribles.
Inseparables (1988) marca un punto de inflexión en la carrera
de Cronenberg, mostrando ya a un director más maduro que renuncia
al gancho fácil del "gore" y los efectos especiales
para concentrarse definitivamente en el aspecto psicológico del
terror y en los escalofriantes recovecos del alma humana. La crítica,
que en ese momento empieza a dar cabida a directores "difíciles"
como David Lynch, empieza también a sonreir a Cronenberg, reconociendo
su mérito en esta difícil película y catalogándolo como un director
"personal y coherente".
Sus
películas posteriores se van a mover ya invariablemente
en este terreno del desequilibrio psicológico, sin los asideros
del género fantástico, con cintas mucho más difíciles y chocantes.
Buena muestra de ello son filmes como El almuerzo desnudo
(adaptación de la novela de su admirado William Burroughs),
Madame Butterfly, Crash o eXistenZ,
que despertaron admiración e indignación a partes iguales.
Tras un breve intento de encargarse de la segunda
parte de Instinto Básico, la última apuesta
de David Cronenberg es Spider, un nuevo thriller
psicológico protagonizado por Ralph Fiennes, Lynn Redgrave
y Miranda Richardson y cuyo argumento es digno del último
Cronenberg, con un padre de familia que asesina a su esposa para
reemplazarla por una prostituta y un niño traumatizado
que trata de escapar de su familia a toda cosa. Por lo pronto,
ya se ha hecho con el premio al mejor director en Sitges, donde
no lograba un premio desde el año 1979.
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