Texto: Carlos Leal
Fotos: Archivo

 


 

 

Hollywood despierta a sus fantasmas

La Academia estadounidense organiza una exposición sobre los efectos de la "caza de brujas" emprendida por el senador McCarthy

Los comienzos de la Guerra Fría son sin duda una de las épocas más oscuras para la industria de Hollywood y por ende para toda la sociedad norteamericana. Nunca como entonces en toda la historia de los Estados Unidos las libertades civiles estuvieron tan cercenadas, sacrificadas ante la paranoia suscitada por el "enemigo rojo". Esta situación tuvo un fiel reflejo en el cine estadounidense, que fue escrutado hasta la saciedad por el senador ultraconservador Joseph McCarthy, quien al frente del Comité de Actividades Antiamericanas dirigió lo que se conoce como la "caza de brujas" contra los profesionales de tendencia progresista que trabajaban en Hollywood.

Protesta a favor de los 10 de HollywoodAhora la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos recuerda sus años más oscuros en una exposición planteada como un desagravio a los cientos de profesionales que fueron incluidos en listas negras, encarcelados o forzados a exiliarse durante los años cuarenta y cincuenta mientras la industria les daba la espalda. Y es que las heridas abiertas por la "caza de brujas" aún no han cicatrizado, como demuestra la polémica que rodeó al Oscar honorífico recibido en 1999 por Elia Kazán, uno de los "arrepentidos" que acusó a sus propios compañeros de pertenecer al Partido Comunista para librarse del ostracismo.

En realidad, el Comité de Actividades Antiamericanas había iniciado su lucha contra los presuntos comunistas de la Meca del cine a finales de la década de los 30. La presencia entre los investigados de grandes figuras como James Cagney o Humphrey Bogart anticipaba la incidencia de la futura inquisición durante la posguerra en el cine americano. El ingreso de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial paralizó tales indagaciones, pero la escalada comunista en el plano internacional tras el cese de las hostilidades motivó el retorno de los "cazadores de brujas" cinematográficos, en un naciente clima de Guerra Fría. La persecución se extendería durante casi una década, con dos oleadas de máxima intensidad en 1947 (año en el que fueron llamados a declarar los famosos "Diez de Hollywood") y 1951.

Una gran parte de la culpabilidad en la hecatombe originada por el Comité de Actividades Antiamericanas puede adjudicarse a la propia industria. Si al principio los Estudios quisieron enfrentarse a la agresión, finalmente decidieron someterse mediante la instauración de listas negras que impedían trabajar en los estudios a los encausados, cuyo número se elevaría finalmente por encima de los tres centenares.

Hay que tener en cuenta también la difícil situación que atravesaban las grandes compañías cinematográficas, amenazadas por el creciente auge de la televisión y los esfuerzos oficiales para desposeerlas del control de los circuitos de salas. Unidas al miedo a las huelgas, todas estas circunstancias provocaron el progresivo aumento de los blacklisted, entre los que también se encontraban algunos profesionales que, sin ser llamados a declarar, eran considerados sospechosos de izquierdismo por los dirigentes de las empresas con las que colaboraban.

   

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