Ficha técnica

 


Vidocq

Fuegos de artificio

Por Manuel Ortega

François Vidocq existió realmente entre los siglos XVIII y XIX en aquella Francia que fue revolucionaria en un principio e involucionaria a posteiriori. Como dijo Lampedusa : todo tiene que cambiar para que nadie cambie. O algo así. Fue ladrón antes que policía y se convirtió en leyenda viva cuando Honorate de Balzac lo inmortalizó tras haber leido sus memorias. El filme de Pitof es una fantasía sobre hechos reales que tiene formato de cuento entre tétrico y gótico descrito con la convulsa caligrafía de la posmodernidad tecnológica más avanzada.

El vídeo numérico llega al cine con el propósito de quedarse mucho tiempo entre nosotros. Su textura , sus colores, su encuadre, su composición de fondo hacen que Vidocq se diferencie totalmente de todo los visto en pantalla grande en la historia del cine. Tiene un empaque especial, un sentido estético encomiable, un voluntad pictórica y pintoresca que en los desmañados tiempos anódinos, despreocupada-falsariamente indies que corren no está al uso. ¿Pero aporta Vidocq algo más?

Ciertamente, poco más. Un divertimento que se ajusta como un guante a los 100 minutos que tendría que durar toda película que tenga como cometido primordial y primigenio hacer pasar un buen rato sin más ( a veces, ¿qué más se puede pedir?), una juguetona trama whodunits (palabra de Hitchcock, palabra de dios) que nos mantiene en tensión, que nos tiene en vilo , que nos entretiene. Eso es lo que tiene y eso es lo que la salva de convertirse en uno de los bluffs del infante año. Que yo me lo pase muy bien intentando averiguar quien era el asesino de la máscara con espejo aunque supiera que al final me iban a dar coba.

Por muy duro que pueda sonar poco separa el argumento y la inteligencia con el que éste se desarrolla a las películas tipo Scream. Esto es, un asesino con capucha que va eliminando uno a uno a todos los componentes de la trama mientras que el director se va recreando en filmar con imaginación los sucesivos óbitos mientras se dedica a hacernos la picha un lío con pistas falsas para jugar al despiste (valga la redundancia y la paradoja). Algunos lo consiguen con más éxito que otros. Y el guión de Pitof no es hábil ni en el cortejo ni en la resolución, como tampoco lo es para el diálogo ni para la descripción de personajes, que son unidimensionales pero lanzados a la cámara con ojo de pez. Más o menos los defectos que más chirriaban en la irregular y dulzona Amelie.

Porque Francia ha dado con el secreto para competir con el cine norteamericano, mezclando el acabado técnico y la presumible entidad intelectual del cine "de qualite" con el saber hacer del cine comercial de género que tanto y tan bien se ha prodigado en el cine del país vecino. Ese es el secreto de la ya nombrada Amelie o de El pacto de los lobos, de las cuales , Vidocq es síntesis y simbiosis con preciso acabado. Se echa de menos una mayor composición de un Gérard Depardieu que muere en la primera escena (no descubro nada, no soy de ese tipo) predisponiéndonos, aunque sea inconscientemente, a una despreocupación hacia un personaje que sale muy poco y en escenas de acción (magnífica la del sombrero). Depardieu es uno de los mejores actores de la actualidad pero se prodiga poco y en productos que lo desmerecen. Y por eso teníamos ganas de ver esta película. Inés Sastre sale un ratito. Muy guapa, eso sí.

   

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