Ficha técnica

 


Quills

Sade para todos los públicos

Por Alejandro del Pino

La obra del Marqués de Sade nos empuja al lado más oscuro de la conciencia humana y dos siglos después de ser concebida continúa conservando todo su potencial transgresor y desafiante. En Quills, el realizador estadounidense Philips Kaufman recrea los últimos años de vida del autor de Justine que según datos históricos pasó recluido en un asilo para enfermos mentales donde siguió escribiendo algunas de sus novelas más escandalosas.

El peso del film recae en el trabajo de sus cuatro actores protagonistas. Kate Winslet, más arrebatadora y lozana que nunca, interpreta a Madeleine, una joven lavandera que hace de intermediaria entre Sade y sus editores clandestinos. Geofrey Rush (conocido por su papel protagonista en Shine) encarna con convicción y vehemencia al noble francés en un trabajo por el que está nominado a los Oscars. Entre ambos se interponen un cura atormentado por su amor a Madeleine, interpretado con oficio por Joaquim Phoenix, y un "malvado" doctor de métodos contundentes que sirve para que el británico Michael Caine vuelva a demostrar su maestría.

Geoffrey Rush y Kate Winslet en QuillsEn la línea de las películas de género histórico que abordan la figura de un genio extravagante y controvertido (caso Amadeus), en Quills se cuidan más los aspectos superficiales (el vestuario está nominado para los Oscars) que los que sustentan el desarrollo narrativo y conceptual de la película. El guión es poco consistente, hay demasiadas incongruencias que no se justifican por la lógica interna del film y en todo momento se prevé cual va a ser la evolución de los acontecimientos. Algunos detalles nos indican la levedad intelectual de esta propuesta fílmica basada en una obra de teatro escrita por Doug Wright (que ha sido también el encargado de adaptar el guión). Un ejemplo: en distintos momentos de la película aparecen textos manuscritos del marqués. Por supuesto, en inglés.

Pero más allá de la historia, la principal aportación de esta cinta convencional es que plantea con audacia y complejidad un debate tan vigente en la actualidad como hace dos siglos: la irracionalidad de la censura y las imprevisibles consecuencias de la libertad absoluta de expresión. La razón provoca monstruos y el autor de Justine nunca quiso domarlos. Pero Philips Kaufman es mucho más comedido y mantiene siempre su film dentro de los límites de lo políticamente correcto, tanto desde un punto de vista ético como estilístico. No hay provocación, no hay excesos, no hay desmesura..., no hay nada en el pulso íntimo de esta película que nos remita a la personalidad perversa y compleja de Sade, ni a su pluma (quills en inglés) oscura y nerviosa. La desbordante y peligrosa imaginación de Sade cuadra mal con una película tan poco arriesgada como Quills, donde la escena más escabrosa (un supuesto acto de necrofilia) queda perfectamente dulcificada al presentarse como un mero sueño.

Al contrario que cualquier obra de Sade, Quills no escandaliza ni a las mentes bienpensantes de la Academia, como muestra los tres Oscars a los que está nominada: Geoffrey Rush (Mejor Actor), Martin Childs (Mejor Dirección Artística) y Jacqueline West (Mejor Diseño de Vestuario). No obstante, el retrato fabulado que hace Kaufman de los últimos años de vida del escritor de Los 120 días de Sodoma, si logra algunos momentos de tensión cinematográfica y al menos genera interés por la obra de uno de los autores más escandalosos e incisivos de la literatura universal.

  

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