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Parque Jurásico III

Terceras partes nunca fueron...

Por Manuel Ortega

Cuando el señor Spielberg, despues de años publicitándola, se saco de la manga la plasmación cinematográfica del original de Michael Crichton donde los mosquitos muertos daban vida a los dinosaurios vivos, yo fui a verla. Puro cine de entretenimiento, ¡esto es espectaculo!, pasen y vean lo nunca visto, sientese en su butaca y sientase en un mundo remoto donde el hombre sólo puede ser alimento. El tan cacareado cine de entretenimiento/divertimento , en esa ocasión como en casi todas, ni me entretuvo ni me divirtió, me aburre, me narcotiza.

¿Buen cine de divertimento actual? Vampiros o El hombre sin sombra, pero vease lo alejados que están los postulados y la in/corrección de Carpenter o Verhoeven con los del bobalicón y pesado rey Midas, el Ned Flanders del cine contemporáneo. Además no es cine de divertimento, es cine y del mejor, cine de autor con un estilo rigurosamente personal y un mundo específico y personal (según los estrictos controles de calidad de Cahiers du Cinèma).

Su segunda parte era un nuevo engendro donde se nos atormentaban con el discurso del inacabable e inalcanzable amor paterno-filial. Por que como todo sabréis cuando nacieron los hijos de Spielberg, murió el cine de Spielberg. Incluso sus dos mejores obras desde la fecha (¿o sus dos únicas buenas) quedaban lastradas por dicho prúrito autoral, que en resumidas cuentas se reduce a contarnos lo importante que es para nuestra realización personal dejar descendencia en este paradisiaco mundo. Me refiero a la escena en color de La lista de Schindler y a la raíz argumental de Salvar al soldado Ryan, of course.

Al enterarme del estreno de la tercera parte (sin duda un desvaído intento por vender los últimos huesos para puchero de la gallina de oro) me lleve una grata sorpresa al ver que no la iba a dirigir. No más niños porculeros poniendose constantemente en peligro, no más dinosaurias (¿dinosaurio hembra?) emigrando del campo a la ciudad, como si de un antepasado de Martínez Soria se tratara, en busca de sus secuestrado vástago, no más discursitos febles y romos sobre nuestra misión en la existencia (¿estudiaría Spielberg en el Opus?). No, ya nunca más.

Pues sí, y ahora más que nunca, porque su sustituto no es otro que Joe Johnston. Les refresco la memoria. El señor Johnston es el firmante de infantiloides despropositos cinematográficos del jaez de Cariño, he encogido a los niños o Jumanji, obras, sin duda, muy cercanas al espíritu del que les venía hablando, un director que sabe muy bien lo que hace, cine comercial de entretenimiento, dirigido a los más pequeños de cada casa, con una factura hábil y eficaz, sabio escaparatista de efectos especiales, muy cercano al concepto de cine de Michael Bay, esto es, "mi misión como director es que todo el dinero gastado salga en pantalla". Pues así nos va.

¿La película? Muy mala, un fastuoso monumento a la nada más vacía. No hay tensión, ni progresión dramática, los actores tienen la cara de estar pensando en qué van a gastar las cuantiosas cifras ganadas, los efectos especiales van marcando el desarrollo de la trama pues con toda seguridad estos estaban pensando antes de describir (¿escribir?) el guión. Puro cine de entretenimiento (?), descerebrado, comercial. Y a mí eso no me gusta, lo siento. Me permito recomendarles una película que está en cartelera y que aquí no se ha reseñado, Las seductoras, una comedia de corte clásico con Sigourney Weaver y Gene Hackman dando lecciones.

   

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