El sueño de Jimmy Grimble

La magia del deporte rey

Por Alejandro del Pino

La penurias de un adolescente inglés tímido y poco agraciado son más llevaderas gracias al fútbol, que le permite soñar con el reconocimiento social y a la vez sentirse identificado con unos colores. Aunque sean los colores del equipo segundón de la ciudad en la que vive: el Manchester City. El chico se llama Grimble y vive con su madre en uno de esos barrios pobres pero dignos que nos han mostrado otros filmes británicos recientes (desde Riff Raff a Full Monty, pasando por Tocando el viento). La madre no consigue cuajar ninguna de las relaciones sentimentales que inicia y Grimble añora la figura protectora de un padre que sepa lo que realmente le interesa.

Tiene cualidades suficientes para ser futbolista, pero su inseguridad le impide demostrarlo cuando juega en público. Desde un punto de vista de psicoanalisis casero, la ausencia del padre agrava esa inseguridad y es una de las razones de su indefensión en el colegio donde tiene que soportar los abusos constantes de un grupo de compañeros encabezados por Gorgeous, el hijo de un empresario cazurro y prepotente que además es del Manchester United.

Grimble tiene algunos aliados que le ayudarán a salir del cascarón y demostrar que los buenos de corazón son los que finalmente triunfan. Por un lado Sara, una chica con fama de bicho raro de la que está complentamentamente enamorado y que le demuestra que se puede ser distinto y no por ello sentirse inferior a los demás. Por otro, el atormentado entrenador del equipo del colegio, interpretado con maestría por Robert Carlyle (Full Monty, Trainspotting, El mundo nunca es suficiente,...) que confia en él desde el principio. Y sobre todo, una especie de bruja buena encarnada en una vieja vagabunda que le da unas botas muy especiales y le enseña que la magia está dentro de cada uno.

Con estas premisas, el debutante John Hay trama con habilidad de artesano un cuento de hadas urbano y contemporáneo con final feliz incluido y una sugerente banda sonora que recoge temas emblemáticos de la escena musical del Manchester de principios de los noventa. Tan previsible como tierno, su argumento es sumamente convencional y esquemático, y toda está resuelto para que el espectador no tenga que enforzarse en ningún momento.

Los personajes son planos y su forma de comportarse no deja lugar a dudas. El discurso que articula el film tiene una fuerte carga conservadora, defendiendo valores como la familia, el honor o la superación individual. Pero a diferencia de otros films de procedencia estadounidense con un punto de partida y una resolución muy similar, El sueño de Jimmy Grimble no habla de rugby o de beisbol, sino de fútbol y son muchos los espectadores europeos (principales detinatarios de este film) los que alguna vez han mantenido (o mantienen) una relación sentimental con este deporte. Para esos espectadores (entre los que me incluyo), es una película ideal para pasar el rato, olvidarse de posibles prejuicios intelectuales y rememorar antiguos sueños infantiles.

Además, El sueño de Jimmy Grimble no engaña en ningun momento y tiene la virtud de contarlo todo con transparencia, extremada sencillez y un lirismo light que esquiva con elegancia los aspectos más potencialmente cursis. Destacan sobre todo las escenas cómicas, cuyo surrealismo puede considerarse heredero de una película tan radicalmente distinta como Trainspotting. En este sentido no tiene desperdicio el primer gol que Grimble consigue gracias a sus botas mágicas o el partido de la final de la Copa Escolar de Manchester que remite a los interminables encuentros de la serie de dibujos animados Campeones.

   

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