Por
Manuel Ortega
La crítica la puso muy mal tras su pase en San
Sebastián, pero ya se sabe que en los festivales, y en los encuentros
internacionales de críticos, la inopia suele presidir las unánimes
pontificaciones. Además de los últimos "sauras" me interesan mucho
más los vapuleados por la crítica (lease Taxi y Pajarico)
que los reverenciados. Ni en Tango ni en Goya en Burdeos
atisbo más valores que una mera recreación estético-colorista,
cuasi onanista, más atribuible al fotógrafo y al director artístico
que al autor de Peppermint Frappé.
Por
eso alejado de castradores prejuicios me acerqué al cine para
comprobar in situ o el desastre preconizado de Saura o
la miopía colectiva de un grupo de gacetilleros. Y esto fue lo
que vi. Vi una película antibuñuelesca y me explico. Si tuviera
que definir al gran genio aragonés en tres calificativos me inclinaría
por divertido, imaginativo y con mala leche. La película de Saura
es aburridisima, con una parte intermedia, la de la excursión
por la cripta, que invita a aprovechar la oscuridad de la sala
para recuperar horas de sueño robada a la noche.
Además busca la sorpresa chocante y no la encuentra.
Lo único que choca es una falta de imaginación inconcebible si
se nos viene a hablar de las aventuras de un trío conformado por
el rey de la metáfora (Lorca), el genio irredento e irremisible
(Dalí) y la subversión universal y provinciana personificada (Buñuel).
Tampoco hay mala leche, porque no hay ni leche. Nos encontramos
con un sucedáneo de género aventurero con intenciones culturalizantes
y ribetes de comedieta sin chispa que confunde el absurdo con
lo absurdo. Por eso ni diversión, ni imaginación, ni leches, ergo,
ni Buñuel.
Vi también una película sin público, sin
target potencial que dirían embaucadores y economistas.
A los profanos no les llegará por incomprensible y a los que estamos
un poco más familiarizados con el "universo Buñuel" no nos llegará
por incomprensible. Y eso que hemos de comprender, y comprendemos,
que Saura no quisiera hacer un biopic al uso, temeroso
a embarrancar en el aburrimiento o la antipatía que, sin duda,
despiertan hacia la película y hacia el propio personaje homenajeado
medianías del jaez de Chaplin o Sobrevivir a Picasso.
Pero también tenemos maravillosos y recientes ejemplos como Quills
o Man on the moon, propuestas sin duda más libres y
que saben captar sin cortapisas la esencia del personaje retratado.
Saura arriesga y pierde, intenta hilvanar una
fábula surrealista sobre tres personajes indispensables para la
cultura patria del siglo pasado y sólo logra poner a tres títeres
sin entidad (ridículos diálogos, ridículas caracterizaciones de
"sus" Lorca, Buñuel y Dalí) en un aburrido parque temático de
regusto artúrico: mito, cartón piedra y mecánica donde había (hay,debería
haber, ay) historia, verdad e inconformismo político. Pues eso,
una película sobre Buñuel subvencionada por el PP.
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