Afirma Jorge Edwards que lo peor que le puede pasar
a alguien es comenzar queriendo ser escritor y terminar siendo
escritor chileno. Quizá por eso su compatriota Luis Sepúlveda
(Un viejo que leía novelas de amor, Nombre de
torero) se define como un autor apátrida, que escribe
desde la gran patria del español y desde su compromiso
como hombre de izquierdas. Un compromiso que ha trasladado a su
primer largometraje como director, Nowhere, una película
ambientada en la época de las dictaduras latinoamericanas
que se presentará en el próximo Festival de Berlín.
Antes de eso, Luis Sepúlveda tuvo un momento para contestar
nuestras preguntas sobre cine y literatura en el marco de las
Presencias Literarias que organiza la Universidad de Cádiz.
Cinestrenos.com:
Antes de afrontar el proyecto de Nowhere, dos de sus novelas -Un
viejo que leía novelas de amor e Historia de una
gaviota- han sido adaptadas al cine. ¿Qué diferencia
encuentra entre contar una historia en la literatura y en la pantalla?
Luis Sepúlveda: La diferencia es
enorme, es fundamental porque la literatura te permite una libertad
absoluta, escribes solo y dispones de la gran libertad de que
solamente tú determinas el dinamismo que tiene lo que estás escribiendo.
En cambio, en el cine estás sujeto a una dictadura atroz que es
la dictadura del tiempo. En la escritura del guión partes con
un handicap, sabes que tienes que contar la película en un tiempo
determinado. Cuando empiezas una novela no saber por dónde diablos
se va a ir, en cambio en la escritura del guión tú tienes que
saber cuál es el final de la historia antes de ponerte a escribir.
Son limitaciones que se resuelven con oficio, y evidentemente
también con una cuota de talento.
CC: ¿Qué le hizo decidirse
a dirigir Nowhere?
LS: Yo tenía una pasión muy grande por el
cine, de hecho he participado como guionista en muchísimas películas,
he hecho la adaptación de mis propias novelas y una vez me atreví
a hacer un cortometraje, en el año 84 en Berlín, y me fue bien.
Luego está la presión de los amigos, porque conté con la colaboración
de queridísimos amigos como el director de fotografía Giuseppe
Lanci, Nícola Piovani, que tiene dos oscars a su espalda y me
dijo "Si yo no te hago la música no te la hace ninguno", gente
de Cinecittà en Italia... Toda esta gente me apoyó muchísimo y
me impulsaron.
CC: ¿Cómo ha sido la experiencia
de ponerse otra vez tras la cámara, después de tantos
años?
LS: El trabajo colectivo siempre es una
experiencia agradable, sobre todo cuando logras establecer una
complicidad con el director de fotografía, el ingeniero de sonido,
la operadora de cámara... Y luego la parte más fascinante que
es el trabajo con los actores, que están dándole vida a tus personajes
y que cada uno de ellos requiere un tratamiento muy especial;
como es gente que está constantemente llenándose y vaciándose
de emociones y sensibilidades es gente muy frágil, por eso tienes
que tener una extrema delicadeza en el trato con ellos para hacerlos
fuertes.
CC: ¿De qué trata Nowhere?
LS: Es la historia de un viejo dictador,
que evidentemente es Pinochet, que decide secuestrar a cinco personas
que no son dirigentes de primera línea de ningún movimiento político
revolucionario, para provocar la protesta por las desapariciones
y luego hacerlos reaparecer vivitos y coleando. Los lleva a un
lugar llamado Ninguna parte, un lugar en el desierto, custodiados
por un grupo de soldados jóvenes que se encuentran en un entorno
que para ellos es tan extraño como para los prisioneros. Éstos
son cinco tíos muy tiernos y muy duros, son la esencia de la subversión
bien entendida, porque a ese lugar donde no hay nada, el desierto,
llegan con una determinación; como no hay flores, lo van a llenar
de palabras, empiezan a contar cosas, y trasladan su universo
erótico, historias sentimentales que muestran a los pobres soldados
otra dimensión de la emocionalidad... La película es una gran
alegoría de la libertad.
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