Texto: David Montero.
Fotos: Archivo

 

 

Paz Vega

Paz y la velocidad

Pocos días antes de probar suerte en el casting de la teleserie "Más que amigos", en la oficina que la representaba, un agente de publicidad se empeñaba en desanimar a Paz Vega, sin lograrlo. "No te van a coger. Con ese acento nunca conseguirás nada. Casi mejor te vuelves a Sevilla". Afortunadamente, esas palabras no tuvieron mucho efecto; una no abandona su ciudad para ser actriz en Madrid y regresa a las primeras de cambio, debió pensar. Lo cierto es que fue al casting y la cogieron, aunque su personaje sospechosamente apenas hablaba. Después llegaría otro papel esporádico en "Compañeros" y pequeñas apariciones en la película Zapping de Chumilla Carbajosa y en Sobreviviré de Albacete y Menkes. Bagaje con el que Paz se sentía preparada para ser la protagonista de "Siete Vidas", un atractivo proyecto de "Globomedia" que significaba la vuelta a la pequeña pantalla de Toni Cantó. Tres meses más tarde todo el mundo hablaba de Paz Vega, la chica del acento sevillano, delgada y atractiva. Además, se rumoreaba que no pensaba quedarse en la serie mucho tiempo, que ya preparaba un protagonista en cine...

No es que Paz saliese de la nada: había nacido en Triana, servía copas todos los fines de semana, estudiaba periodismo y asistía a clases de arte dramático desde que vio una representación de "La casa de Bernarda Alba". Por entonces se llamaba Paz Campos Trigo, nombre que sonaba un poco a chufla, por lo que decidió cambiarlo en cuanto llegó a la capital, en el otoño de 1996. "Fue un drama. Llevaba todo el verano amenazando con marcharme, pero mis padres creyeron que aquello no iba en serio. El billete me costó cuatro mil pesetas. Ida y vuelta. Llevaba noventa mil en el bolsillo y poco más. Podía verme obligada a volver en cualquier momento".

Ahora, Paz Vega es uno de los rostros más conocidos del cine español, tras un año y medio de trabajo frenético. Todo comenzó cuando Julio Medem decidió que Paz sería Lucía, un personaje que había nacido, como explicaba el cineasta, de un sencillo rayo de sol. Paz era del sur y de sol entendía un rato. Sin embargo, había un pequeño inconveniento: el papel requería bastante sexo, una actitud atrevida, sana pero desinhibida. Hubo algo de escándalo y la actriz lo sintió por su familia. "Sé que van a sufrir. Mi madre es bastante chapada a la antigua y no la va a entender. Tiene 50 años. Y mi padre menos. Pero mi abuela, que tiene 82 años, la ha visto y le ha encantado". Más allá de todo esto, ha logrado un Goya a la mejor actriz revelación y el premio también a la mejor actriz revelación europea en la última edición del Festival de Cannes.

Pero, desde que acabó con Lucía y el sexo, Paz Vega no ha parado: ha protagonizado Sólo mía, junto a Sergi López; ha aparecido brevemente en el nuevo filme de Pedro Almodóvar, Hable con ella y ahora estrena la comedia musical El otro lado de la cama, dirigida por Emilio Martínez Lázaro (Carreteras secundarias), donde Paz se lo pasa en grande. "Nunca había cantado ni bailado en una película. Le doy mucho al cante en casa, para ponerme las pilas y no soy una actriz que baile, salvo si salgo de marcha por ahí. Así que me pareció un reto muy divertido, sobre todo tras dos películas intensas".

Finalmente tampoco parece que vaya a cantar tampoco en su próxima película, a pesar de interpretar a un personaje muy folclórico, Carmen, la heroina española creada por Merimee. La película se rueda en estos meses con la dirección de Vicente Aranda. Más tarde, en septiembre, se pondrá a las órdenes del britántico Pierce Ashworth para interpretar Romford matador, su primer trabajo en lengua inglesa. Además acaba de montar un discoteca con su novio en pleno centro de Madrid. A este ritmo...

 

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